Garnacha, una liebre doméstica



Estuvimos a punto de atropellarla con el tractor. Apareció de repente delante de un almendro. Era tan pequeña que cabía en el bolsillo de la camisa. Si la dejábamos de nuevo en su madriguera la madre, al notar el olor de los humanos, la rechazaría y no tardaría en convertirse en la cena de un zorro o de una rapaz, así que decidimos traerla a casa y empezar a alimentarla con leche. Al comienzo nos tenía mucho miedo y temblaba cada vez que la cogíamos para darle de comer. Después aprendió a comer sola y se dedicó a recorrer todos los rincones de la casa.
Cuando volvemos del trabajo la sacamos de la jaula y nos sigue a todas partes como un perrillo. Le encanta el pienso y la lechuga y su habitación favorita es la buhardilla. Allí se dedica a olisquear los libros y a meterse bajo la mesa del ordenador, parece una liebre muy intelectual.
Dentro de dos días hará un mes que la encontramos y ya ha triplicado sus tamaño. Se ha convertido en el juguete de la casa y, aunque muchos nos dicen que estaría buenísima con judías, nosotros no queremos ni oir hablar de comérnosla. Le hemos tomado muchísimo cariño y no llevamos ninguna intención de deshacernos de ella.

1 comentario:

nacho dijo...

Es muy guapa esa liebre, asi que cuidarla bien por favor.