¡Ya tenemos ganadores de los concursos de Halloween!


 Lo primero dar las gracias a todos los participantes. Habéis sido muchos los que habéis participado y nos habéis puesto realmente difícil la elección de los ganadores. De verdad, ha sido muy difícil.

Enhorabuena a los premiados. Esta semana os entregará el colegio el premio*

* El premio esta sujeto en que el niño/a ganador sea socio del AMPA el curso 2020-21.

Infantil, la foto ganadora de este concurso ha sido la de Azahara Fuertes del Barrero de 2ºB Infantil (Disfraz de zombie colegial), ganadora de un set de manualidades.

Ganadora concurso Halloween

Primer ciclo de primaria, el dibujo ganador de este concurso es el de Aroa Forniés de 3ºB. Esta semana en el colegio se te entregará el premio: una cámara de fotos.

Ganadora concurso Halloween


Segundo ciclo de primaria, la manualidad ganadora es Mamer Penas de 6ºB.Esta semana en el colegio se te entregará el premio: una cámara de fotos.

Ganadora concurso manualidad terrorífica


ESO, el relato ganador es el de Telma Lapuente 3ºA llamado El hospital de Shadowhill. Esta semana en el colegio se te entregará el premio: una tarjeta de Amazon. Pinchad en leer mas para poder leerlo.

Relato de Telma Lapuente, ganadora del concurso Escribe tu relato terrorífico (Halloween 2020).

EL HOSPITAL DE SHADOWHILL

 

Llegó el día de Halloween y Karina estaba muy emocionada. Era una adolescente de 14 años muy alegre y cariñosa, pero también atrevida y un poco loca. Vivía con sus padres y su hermana en un pequeño pueblo llamado Shadowhill, situado en una colina rodeada de bosque.

Desde pequeña le había encantado este día, ya que le divertía mucho disfrazarse, salir con sus amigos, pedir caramelos y hacer alguna que otra locura. Pero sin duda este iba a ser el mejor Halloween.

Fueron pasando los días hasta hoy, el día de Halloween. Karina llevaba toda la semana preparando su disfraz… Iba de enfermera zombie, igual que sus amigas y amigos.

Su madre le había despertado llevándole el desayuno a la cama… ¡Un croissant casero relleno de mermelada con unos dientes de vampiro! Karina le dio un fuerte abrazo a su madre y se comió el desayuno en tres bocados. Estaba riquísimo. Sin duda su madre era la mejor cocinera del mundo. Rápidamente Karina se levantó de la cama, se vistió y se preparó para ir al instituto.

Al acabar las clases se reunió con Diana, Katia, Aidan y Liam en la plaza que había en frente del instituto. Todos estaban de lo más emocionados, pero no tenían muy claro qué hacer, ya que ellos tenían una tradición que consistía en que cada Halloween tenían que hacer algo diferente. Un año se fueron al cine a ver una película de terror, otro hicieron una gyncana inspirada en Halloween, otro año hicieron un baile de disfraces… Así que habían hecho tantas cosas que se quedaron sin ideas. De repente a Liam se le ocurrió algo… Ir al hospital abandonado que había a las afueras de Shadowhill, en el bosque situado en la cima de la colina.

A este hospital llevaban a los enfermos de tuberculosis para que pudieran respirar el aire puro de los pinos. Pero, desgraciadamente, hubo un misterioso incendio que acabó con la muerte de más de 30 personas. Esto provocó que lo abandonaran y, cincuenta años después, ahí seguía… abandonado. Ni lo habían derribado ni habían construido nada. Algunos decían que era porque el lugar estaba maldito, y lo cierto era que corrían numerosos rumores y leyendas acerca de aquel hospital.

Claro está que Karina y sus amigos no se creían nada de lo que oían, por lo que a todos les pareció buena idea ir allí por la noche. Además… ¡qué mejor sitio siendo que iban disfrazados de enfermeros y enfermeras zombies!

Sin embargo, ninguno pensaba decírselo a sus padres porque seguro que no les dejaban ir solos, y menos de noche. Así que cada uno se fue a su casa a cenar y les dijeron que iban a pedir caramelos y que llegarían tarde.

Karina se puso su disfraz y se pintó un poco la cara para dar un aspecto más terrorífico. Cogió su mochila y metió el móvil, una linterna, las llaves y una sudadera por si tenía frío.

Salió de casa y se reunió con sus amigos donde siempre, en la plaza enfrente del instituto. Cuando ya estuvieron todos, se encaminaron hacia lo alto de la colina por un pequeño sendero que llegaba hasta el hospital. Iluminados por la luz de sus linternas, siguieron el camino hasta que vislumbraron la silueta del edificio.

El hospital se alzaba intimidante ante ellos y, a pesar del tiempo que había transcurrido desde que lo abandonaron, seguía en pie. No obstante, se notaba el paso del tiempo: la pintura estaba descascarillada, las paredes estaban un tanto cochambrosas y había crecido maleza por todo el recinto.

Karina, Katia, Liam, Aidan y Diana se armaron de valor y se dirigieron hacia la entrada principal. Tuvieron que abrirse paso entre la espesa maleza pero, finalmente, llegaron a la puerta de entrada. Estaba atrancada así que empujaron a la vez y lograron abrirla. Lo que vieron a continuación les dejó sin palabras… Una amplia galería recorría el interior del hospital y estaba tan oscura que sus linternas no alcanzaban a alumbrar el final. Al dar un paso al frente notaron un escalofrío que les recorrió la espalda e hizo que se estremecieran. A pesar de ello siguieron avanzando…

De pronto la puerta se cerró con un gran estruendo. Corrieron e intentaron abrirla, pero resultó inútil. Estaban atrapados.

El corazón de Karina empezó a latir desenfrenadamente y amenazaba con salirse de su pecho. Pero intentó tranquilizar a sus amigos y se convenció a si misma de que solo había sido el viento que había empujado la puerta haciendo que se atrancara. Les aseguró que habría otra puerta para salir y siguieron caminando a través de la sombría galería.

A todos les pareció oír una especie de susurro, pero pensaron que solo era un producto de su imaginación. En cambio, no lo tuvieron tan claro cuando de repente oyeron pasos en el piso superior. Decidieron subir para ver si había alguien arriba pero cuando llegaron al final de la escalera descubrieron otro largo pasillo espeluznante.

Como no vieron a nadie supusieron que había sido un animal quien había hecho aquel ruido. Pero, de repente… ¡vieron una oscura sombra que cruzaba de un lado a otro el pasillo! Estaban tan aterrorizados que corrieron escaleras abajo.

Recorrieron la galería inferior buscando una posible salida, pero no la encontraban. Estaban muy asustados e intentaron llamar a sus padres pero… no tenían cobertura. Estaban incomunicados y absolutamente nadie sabía que estaban allí. Las puertas empezaron a golpearse y no sabían qué hacer.

De pronto algo empezó a grabarse en la pared, ponía: “Queremos ser libres”. Entonces lo entendieron, los espíritus de los enfermos que habían muerto en el trágico incendio de hace 50 años habían quedado atrapados en aquel hospital, condenados a vagar sin rumbo y sin poder salir de allí.

En ese momento, la puerta de entrada se abrió y salieron corriendo de aquel aterrador lugar. Corrieron y corrieron hasta llegar al pueblo y una vez allí le contaron lo sucedido a sus familias. Seguían un poco asustados pero entendían a los espíritus del hospital… llevaban cincuenta años allí atrapados sin poder encontrar la paz ni reunirse con sus antepasados, así que decidieron ayudarles.

Karina llamó a su tío Miguel Antonio, un sacerdote famoso por haber llevado a cabo varios exorcismos y por su fuerte conexión con los espíritus. Decidieron que irían al día siguiente ya que, en el día de Todos los Santos, la línea que separaba el mundo de los vivos y los muertos era muy fina.

Llegó el día… Karina se levantó y su tío ya estaba en su casa desayunando con sus padres. Les saludó y cogió algo para comer… ¡con tanto misterio estaba hambrienta!

Un rato más tarde, Karina, sus amigos y su tío Miguel Antonio partieron hacia el viejo hospital. Cuando llegaron lo que más les sorprendió fue el imperturbable silencio que reinaba.

Miguel Antonio fue el primero en entrar al hospital. Había traído consigo un bote con agua bendita y unos crucifijos que dispuso a lo largo de la estancia. Recorrió los pasillos y habitaciones echando agua bendita y pronunciando unas palabras incomprensibles y, por unos instantes, todo se iluminó. Ya no sentían miedo, al revés, ahora el lugar producía serenidad.

Todos regresaron al pueblo tranquilos y contentos. A partir de ese día, cada Halloween, Karina y sus amigos subían a lo alto de la colina a poner flores en honor a las personas que murieron en el hospital.

 

 

FIN

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