Mi almuerzo son cuatro arrobas
de bacalao con patatas;
mi comida diez carneros
con cuernos, menudo y lana,
un tocino, veinte almudes
de judías coloradas
y catorce roscaderos
de aceitunas sevillanas.
Ya estoy en Zaragoza,
en esta tierra simpática
que tanto me ponderaron
mis vecinos de las Pampas.
Y ahora para despedida,
voy a rogar a la infancia
que no me mire con miedo
ni tema mis dentelladas;
yo necesito tragarme
mil criaturas diarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario