Hemos visitado el monasterio viejo, que es impresionante, sobre todo por su localización ¡parece incrustado en la roca! y también el monasterio nuevo, que tiene un centro de interpretación muy interesante.
Además hemos estado en un mirador. La sensación es como de asomarte a un balcón desde donde ves toda la cordillera, que por cierto tenía aún muchísima nieve. ¡La vista panorámica es espectacular!
Hemos regresado con colores en la cara, porque hemos pasado un buen rato tomando el sol y el aire mientras jugábamos en la gran pradera que hay delante del monasterio nuevo.
¡Sin duda ha sido un buen día!
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